viernes, enero 14, 2005

La lámpara.

La habitación estaba ocupada solo por una cama y un escritorio de dimensiones diminutas. En él se hallaba una carpeta maltratada por el tiempo, un numeroso juego de llaves y un reloj pulsera aparentemente de oro. El piso era de una madera oscura la cual emanaba su olor característico a pesar de lo sucedido. Sobre la cama ya no se encontraba el cuerpo pero las sabanas mantenían el color del incidente.
Ramírez tomó nota absolutamente de todo, era su primer caso en una división tan compleja y esto lo sumergía en una excitación casi adolescente. Los forenses le jugaban todo tipo de bromas y Ramírez solo se limitaba a buscar detalles reveladores. Uno en particular le llamo la atención: la pieza en cuestión tenía las paredes y el techo bañado en sangre, pero la lámpara que iluminaba el cuarto estaba intacta, limpia, casi como nueva. Este detalle lo anotó con color rojo en la libreta de hojas rayadas la cual guardo en el bolsillo interior de su campera.
continuara...