sábado, noviembre 13, 2004

No se ve, solo se siente.

Le pidió por favor que le alcanzara su remera preferida, ya casi olvidada por el pasar de los años. Ella accedió
Le pidió que se describa detalladamente: desde el color de sus medias hasta el color de sus ojos los cuales cambiaban junto con el clima. Ella accedió
Le pidió que le pase su bastón, indicando que quería pasear. Ella accedió.
Le pidió perdón por su ceguera. Ella lo contemplo dulcemente unos segundos, recordó años en segundos, lo abraso y muy bajito, junto al oído, le pronuncio dos palabras llenas de sinceridad.